Donde uno puede encontrar desde una pieza de un cochecito hasta una amistad perdida

jueves, 26 de noviembre de 2009

Como la vida misma

Siempre he creido que mi vida era como una gran función de teatro en la que yo era el actor principal y a la vez el genio creador.
Mis noches de soledad eran monólogos extensos sobre el sentido de la vida acompañados de un vaso de Whisky y un cigarrillo a medio consumir; mis días en sociedad eran comedias realistas o dramas cotidianos en los que me rodeaba de personajes secundarios sin ningún valor.
No obstante ya se acerca el acto final, el momento álgido en el que todo da un giro y se precipita hacia el final.
Mis pies me conducen hacia el teatro. Mi obra favorita, La gaviota de Chéjov. Me siento en la butaca, estoy algo nervioso pero siempre me ha gustado ese nerviosismo previo antes de salir a escena, significa que sientes el contacto con el público.
Por fin salgo al escenario. El público me mira asombrado, está fascinado con mi actuación. Se acerca el momento cumbre de mi personaje y eso me produce la tan esperada subida de adrenalina.
Un único disparo.
Se baja el telón